Antes que lo lean, advierto 2 cosas: 1: Es medio cursilón jeje pues es un tema que dice mucho sobre mi, y 2: Es bien largo pues tiene un texto que me gusta mucho al final.
Como ya alguna vez mencioné, esta gata es profesora de niños. Lo cual a veces por supuesto, friega la paciencia pero es interesante y a mi me gusta mucho.
Creo que si no estás en mi carrera por voluntad y porque te gusta, no la haces... porque no basta paciencia, eso pasa a un último plano, lo q hace falta es que te guste lo que haces.
Mucha gente, cuando se entera que estoy trabajando con niños de 3 años, me dicen: "asu q paciencia tienes". No es tanto paciencia... aunque reconozco que hay días en que me canso... como todos. Se trata más de que me divierto con lo que hago, me parece importante y me gusta mi carrera. Como todo trabajo tengo estrés, programar no es una cosa que sea muy sencilla pues tienes que tomar en cuenta muchos factores y no siempre el colegio donde estás te lo hace muy sencillo ni muy cómodo. Pero tengo la suerte quizás, que cuando trabajas en lo que yo trabajo, puedes estar del peor humor o del peor ánimo del mundo. Pero todo eso se te olvida cuando estás en el trabajo, no porque "mis problemas se tienen que quedar en casa no llevarlos al trabajo" me refiero a que de verdad, es imposible pensar en otra cosa que no sea los niños cuando estás con ellos.
Hay una frase que me gusta mucho que dice lo siguiente: "Enseñar, como trabajo no es muy redituable; como estilo de vida, su riqueza es incomparable" Creo que todo trabajo tiene sus recompensas, en mi caso, idearme coreografías, o romperme la cabeza, pensando en canciones o poesías para que se aprendan o se distraigan, o estar a punto de perder la paciencia. Todo vale la pena cuando ves que lo lograron, que salió bonito, cuando vienen al final del día y se te tiran encima para decirte "te quiero mucho, Miss". Aunque hay algunos que siendo cariñosos, tienen la delicadeza de un tren, y aunque a veces asusta tener la responsabilidad en parte de formar a la persona que va a ser esta personita en un futuro... da felicidad a la vez, saber que puedes ayudar a formar a esa personita. Que esas manitos que guías ahora para que escriban su nombre, algún día harán cosas importantes.
Puedes tener discusiones tan filosóficas como "por qué la crayola roja es roja" jajajaja, y tener el mal reflejo de contestar "PORQUE ASÍ ES LA VIDA" después del cuarto o quinto "y por q?". A final de cuentas, es como cualquier cosa, si no te gusta lo que haces, realmente tu trabajo se va a hacer eterno. Creo que todos en nuestra vida hemos tenido dos clases de profesores, los que recordamos bien y los que recordamos mal. Aquellos que si nos llamaron la atención alguna vez, nos dolió en el alma, y aquellos que de todo se molestaban con nosotros. Esa es la diferencia entre querer y creer poder. No es fácil trabajar con gente, mucho menos intentar formar una mente, tratar de que tenga ideas propias, de que se defienda como persona.
Soy profesora de niños, sí pero antes de decidirme a serlo, trabajaba con chicos de confirma. Como catequista la pasé increíblemente, y tengo el orgullo de haber visto las personas que son ahora y que alguno me diga, que en parte, es gracias a mi, y que, aunque pequeña, tuve una influencia en su vida.
Este quizás "cursi" post, va dedicado a "my favorite teacher" mi querida amiga Isabel, y a todos los profesores por los cuales hoy soy quien soy y trato de dar a los gatitos que enseño, una parte de lo que estas personas que a tanta gente formaron, me dieron a mi. Este texto se lo dedico a mis amigas que son profesoras, y a la gente que entiende lo jodido pero divertido que puede ser enseñar a ver el mundo, a pesar de que tu mismo no tengas una perspectiva tan clara de lo que es ;-)
To Isa and J.C.
Tuyas son las manos que aplaudieron para llamar mi atención en primer grado. Me hiciste saber que había trabajo para hacer, así como tiempo para jugar en esta escuela de día completo. Me enseñaste disciplina, ecuanimidad y paciencia, permitiéndome al mismo tiempo ser creativa e inventiva.
Tuyas son las manos que me mostraron cómo envolver una cucaña en segundo grado y hacer un ramo de rosas de papel, que hizo que mi mamá vertiera lágrimas de alegría. Guarda ese delicado ramo hasta el día de hoy.
Tuyas son las manos que me introdujeron a la geografía en tercer grado, compartiendo tus historias de viajes y aventuras. Me diste el deseo de aprender más acerca de otras tierras y sus personas. Ampliaste mi mundo.
Tuyas son las manos que hicieron que los números cobraran vida en cuarto grado. Compartiste tu pasión por la matemática y me ayudaste a ver que se utiliza en cada parte de nuestra vida. Me desafiaste y me hiciste pensar más.
Tuyas son las manos que me mostraron que la tecnología era un tren rápido al que me debía subir en quinto grado. Me enseñaste que la computadora era amigable con el usuario y me mostraste la nueva era de la tecnología. Me mostraste que la iba a necesitar en el futuro.
Sí, a lo largo de mi educación, tuyas fueron las manos que sostuvieron y palmearon las mías en los momentos difíciles; que secaron las lágrimas cuando pensaba que el mundo estaba contra mí; que aplaudieron tan fuerte como las de mis padres cuando gané el premio a la Buena Ciudadana del Mes; que sacudieron el dedo índice para reñirme cuando lanzaba tierra en el patio; que chasqueaban, saludaban y me dirigían en las presentaciones musicales de las obras escolares; que ponían la venda sobre mi rodilla raspada; que me entregaban una cinta que decía “Feliz Cumpleaños” en mi día especial y que levantaban un dedo hasta tus labios para recordarme en silencio que la biblioteca era un lugar tranquilo.